🕯️ Criminología Medieval: Torturas y Procesos Judiciales en la Edad Media
Durante la Edad Media, la justicia no era sinónimo de imparcialidad ni de derechos garantizados como hoy la entendemos. El sistema judicial medieval estaba fuertemente influido por el poder eclesiástico y feudal, donde el castigo cumplía una doble función: punitiva y ejemplarizante. En este contexto, la tortura fue una herramienta legalmente admitida y extendida.
⚖️ El Proceso Judicial Medieval
Los juicios medievales no se basaban tanto en pruebas objetivas como en el testimonio, la fama pública y, en muchos casos, en la superstición o en el juicio de Dios. Entre los métodos más comunes de resolución de conflictos estaban:
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Juicio por ordalía (o prueba divina): el acusado debía superar una prueba dolorosa (como caminar sobre brasas o sumergirse en agua hirviendo) y se consideraba inocente si salía ileso, lo cual se interpretaba como señal divina.
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Juicio por combate: en ciertos casos, el acusado y el acusador se enfrentaban en duelo. El vencedor era considerado el que decía la verdad.
La figura del inquisidor y del señor feudal desempeñaba un rol central en los procesos judiciales. El acusado solía estar indefenso, sin derecho a defensa ni asistencia jurídica.
🔪 La Tortura como Herramienta Judicial
A partir del siglo XIII, con la consolidación de la Inquisición, la tortura se institucionaliza como método para obtener confesiones. Aunque se exigía "prudencia" en su aplicación, en la práctica era brutal y desproporcionada. Algunas de las torturas más conocidas fueron:
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La rueda: los miembros del acusado eran atados a una rueda giratoria y golpeados hasta la fractura.
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La doncella de hierro: un sarcófago con púas en su interior que se cerraba sobre el cuerpo del acusado.
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El potro: un mecanismo que estiraba el cuerpo provocando desgarros musculares y óseos.
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La pera oral o anal: instrumento de metal introducido en cavidades que se abría internamente causando graves lesiones.
🧠 Análisis desde la Criminología
Desde la criminología moderna, estos procesos y castigos evidencian una falta total de garantías jurídicas y derechos humanos. El derecho penal era más simbólico que efectivo: se pretendía infundir miedo y reforzar el poder de la Iglesia o de los señores feudales. La confesión bajo tortura, aún siendo poco fiable, era considerada prueba válida.
Los estudios actuales critican duramente la función de la tortura como mecanismo legal, pues no solo vulneraba los principios de justicia, sino que generaba respuestas falsas y perpetuaba una cultura de violencia institucional.
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